El hígado es un órgano grande y complejo con diversas funciones muy importantes dentro de las cuales destacan la síntesis, metabolismo, almacenamiento, entre otras. Por esta razón no existe una prueba que evalúe el estado funcional total del órgano, en su lugar se usan un conjunto de analitos que forman parte de un perfil denominado “pruebas de funcionamiento hepático”. Sin embargo, este grupo de pruebas carecen de especificidad, ya que pueden estar presentes en enfermedades extrahepáticas o normales en pacientes con hepatopatías avanzadas. A pesar de estas limitaciones son ampliamente utilizadas por las siguientes razones:

Proporcionan un método no invasivo para el diagnóstico de enfermedades hepáticas. Se usa para evaluar la eficacia del tratamiento. Monitorizar la evolución de la enfermedad hepática. Ofrecen ayuda para establecer valores pronósticos de hepatopatías crónicas

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Dentro de los analitos que se evalúan frecuentemente en las pruebas de funcionamiento hepático se encuentran la bilirrubina, aminotransferasas, fosfatasa alcalina (FA), gammaglutamiltranspeptidasa (GGT), albúmina y tiempo de protrombina. Estas pruebas se pueden dividir en varios grupos según la información que aporten, las cuales son:

  • Pruebas indicadoras de necrosis

En este grupo se encuentran las aminotransferasas o transaminasas, de las que se evalúan la alanino aminotrasferasa (ALT o transaminasa glutámico pirúvica sérica –SGPT–) y la aspartato aminotransferasa (AST o transaminasa glutámico oxalacética sérica –SGOT–) las cuales se encargan de catalizar la transferencia de grupos amino para producir ácido pirúvico y oxaloacético respectivamente. La ALT presenta mayor especificidad en patología hepáticas en comparación a la AST, esto es porque esta última además de hígado se encuentra en otros sitios como miocardio, músculo esquelético, páncreas, pulmones y riñón. Estas enzimas se encuentran en citoplasma de hepatocitos (adicionalmente la AST se encuentra también en mitocondrias), que al haber necrosis de estas células son liberadas al torrente sanguíneo, por esta razón se usan como marcadores de necrosis hepática. La elevación de estas enzimas >10 veces los valores biológicos de referencia se vinculan a una necrosis aguda, mientras que una elevación menos marcada (<7 veces) se relaciona a una necrosis crónica.

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Referencias

Barba Evia, JR. (2019) Enfermedad hepática y laboratorio clínico. Rev Mex Patol Clin Med Lab. 66 (2): 81-99

Fernández Daza, E. et al. (2008) Aproximación al diagnóstico de enfermedades hepáticas por el laboratorio clínico. Med. lab. 14(11–12): 533–546.

Cortés, L. and Montoro, M. (2012). Datos de laboratorio: pruebas hepáticas alteradas, in Montoro Huguet, M. and García Pagán, J. (eds) Gastroenterología y hepatología; problemas comunes en la práctica clínica. 2nd edn. Jarpyo Editores, pp. 699–722